OPERA PRIMA
Valerio Asdrúbal Julio César, algo abrumado ante los primeros problemas serios durante los ensayos de su primera ópera, “Casilda la Valquiria Influencer”, para la Ópera de Budapest.
En esta escena, Gregoria Protokovskieva, que interpreta a Casilda, tiene que cantar una canción en visigodo tirolés antiguo, mientras baila con Silicio, un dron dotado de Inteligencia Artificial. El dron, sin embargo, al escuchar a Protokovskieva cantar el primer aria, donde ella le confiesa su amor por Tristón el Rústico, queda profundamente trastornado.
Resulta que Silicio no ha sido suficientemente entrenado para entender el visigodo tirolés y confunde pronombres, y cree que ella le está profesando su amor a él. Al no poder distinguir la realidad de la fantasía, se toma todo al pie de la letra y se agobia. Como consecuencia, sufre el equivalente a una crisis nerviosa electrónica: entra en un bucle infinito, donde la condición para finalizar no se cumple y se sigue ejecutando el segmento de código indefinidamente. En este caso en particular, vuela incesantemente en círculos.
Para empeorar las cosas, las aportaciones de DJ Fenicio a los arreglos musicales del maestro Arcimboldo Bakonoskarmayer estaban programadas para sincronizarse con los movimientos de Silicio sobre el escenario. Un auténtico desastre.
Y todo esto, delante de una delegación oficial que había venido desde Corea, para valorar si compraban los derechos de la obra.