CONCURSO MARCA ZAMORA
(Colaboración con Begoña Pascual, directora de la consultora Ipsa Ratio)
Esta fue la propuesta presentada a un concurso de ideas para la identidad de la Marca Zamora.
Cuando se crea una nueva identidad gráfica para una ciudad (o para una región o un país), a menudo se pierde de vista algo absolutamente fundamental: no estamos hablando de productos de consumo al uso. Una ciudad es algo tremendamente más complejo, un organismo vivo con infinitas capas. Cuando hablamos de una “marca país” o de una “marca ciudad” estamos, de hecho, estirando demasiado el concepto “marca”. Un reto de esta magnitud se debería siempre abordar desde una visión estratégica. El objetivo nunca debería ser únicamente obtener mayor visibilidad, ni el diseño debe ser un fin en sí mismo.
La inauguración de nuevas rutas aéreas o de un nuevo centro de convenciones, ser la primera ciudad con un servicio de WiFi gratis, un nuevo impulso de apertura, una nueva política de ayudas al emprendimiento, nuevas inversiones, una renovación del centro histórico, etc, son todos temas sobre los cuales se puede construir una nueva campaña de identidad para una ciudad.
No se puede reducir la riqueza cultural, social o económica de una ciudad a un icono o a un slogan vacío, y sin embargo esto es lo que acaba ocurriendo la gran mayoría de las veces. Si la nueva identidad es un gesto vacío y no va de la mano de algo más tangible, realmente no aporta nada y será difícil que los ciudadanos –el última instancia los mejores embajadores de marca- se puedan sentir identificados. Si estos no sienten que la nueva identidad les representa, no se apropiarán de ella, que debería ser siempre la idea desde un primer momento.
En nuestra propuesta intentábamos evitar las fórmulas fáciles y “decorativas” tan típicas en este tipo de campañas. Conscientemente evitamos los juegos de palabras y las referencias arquitectónicas, por ejemplo. Lo que buscábamos era crear un gesto con significado, que fuera más un punto de partida que un resultado. Queríamos que pudiera representar claramente una intención de mirar hacia el futuro, pero sin olvidar la tradición. Más que un simple grafismo, teníamos en mente una llamada a la acción.
El icono es una letra “Z” compuesta por dos elementos, uno inferior inspirado en un trazo tipográfico medieval y uno superior que es un símbolo matemático fácilmente reconocible. El trazo inferior indica respeto por el pasado. El segundo trazo, sin florituras, se “apoya” sobre éste y nos indica que el camino es hacia adelante y hacia arriba. La pequeña sombra está ahí para enfatizar que son dos piezas diferentes y que una idea se apoya sobre la otra. La mirada estratégica, una apuesta por el futuro.
No hay muchas palabras en español (ni en muchos idiomas) que empiecen con la letra “Z”. A pesar de que es una letra con una gran personalidad, tampoco hay muchas marcas que empiecen con la letra “Z”. Hay algunos ejemplos muy reconocibles, como la “firma” del personaje del Zorro o la “Z” de la empresa de seguros suiza Zurich. Es una letra con una larga historia, ya existía en la escritura protosinaítica (era la séptima letra y significaba “espada”), y su incorporación al latín viene del etrusco, y este del fenicio. La “Z” en el griego también venía del fenicio. Decidimos que era interesante explorar qué se podía hacer con la letra “Z” y si había alguna manera de expresar lo antiguo y lo nuevo.
En cuanto a colores, con el morado quisimos representar un pasado noble. Este transiciona hacia el verde, que es esperanza y futuro (además de que se asocia con la naturaleza, ecología, sostenibilidad, etc). Sí, hay un guiño a la “Seña Bermeja”, pero es un guiño solamente.
Quizás el aspecto más atractivo de la propuesta era que se podía utilizar como un fondo, recortado de muchas maneras diferentes. Esto lo hacía muy versátil y adaptable a diferentes usos.